domingo, 31 de agosto de 2008

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Muchas veces cometo un error que me termina perjudicando mucho, dar sin pedir nada a cambio, no... no es cuestión de vetar a la generosidad sino de entregarse en la medida de que la otra persona se pueda dar igual.

Yo cuando quiero estoy ahí para esa persona, la escucho, la ayudo cuando lo necesita, si quiere su espacio bueno ahí lo tiene, si tiene ganas de estar conmigo pues ahí estoy y a cambio nunca he pedido menos exigido algo.

Pero el detalle está cuando la persona comienza a sobrecargarme con necesidades sin notar siquiera las mías, de no verme más sino como un objeto, una cosa, un kleenex, una muleta, un juguetito sexual, una oreja, etc, etc,etc. Dejo de sentir las manos, las piernas, el corazón y mi mente se convierte en un tornado de pensamientos y dudas que terminan agobiandome más.

Usualmente no aguanto mucho esta situación y comienzo a enfriarme, alejarme y dejar de ver a esa persona igual que antes, se esfuman esas cosas que me gustaban de él y se convierte en un rostro más en el pasillo de la memoria pero me quedo con esa sensación de ser usada una vez más y casi siempre me siento yo culpable por dejarme hacer eso.

Más también he aprendido a decir que NO a esas situaciones que me hacen daño y comenzar a pedir a cambio lo mismo que estoy dispuesta a dar.

Ha sido un largo silencio en este espacio pero era muy necesario, había cosas que debian tomar su lugar preciso y he comenzado a ordenarlas. Nueva vida, nuevas letras.